La cuerda del Velódromo de Torrero contaba con 6 metros de anchura y con 333,33 metros de cuerda. Esta exactitud responde
a la obligación de que el número de vueltas por kilómetros sea exacto (en este caso, se debían dar 3 vueltas al óvalo para
compeltar un kilómetro).
El velódromo tuvo un coste de 25.000 pesetas en metálico y dos vagones de cemento. Su proyecto fue dirgido por el ingeniero
de la Diputación Provincial de Zaragoza, Sr. Durán, que realizó su labor de manera gratuita, al igual que muchos aficionados al
ciclismo que trabajaron en su construcción.
Tras la fusión del Iberia Sport Club y el Zaragoza Club Deportivo, se estipuló una cuota mensual de socio de 2 pesetas más una
estampilla de 0,15 ptas, lo cual daba derecho a la entrada gratuita al velódromo previa presentación del recibo pagado.
La segunda equipación que viste habitualmente el Real Zaragoza de fútbol proviene de la vestimenta que portaba la Sección
Ciclista del Iberia Sport Club, de color amarillo y con una franja negra, lo que le valió a sus componentes el sobrenombre de
Los Avispas, el mismo apodo que recibe ahora la camiseta del club de fútbol aragonés.
En 1935, el ya independiente Club Ciclista Iberia acuerda la creación de una Cena Anual que sirva como acto social y como
escenario para la entrega de sus trofeos de la temporada, una decisión pionera que supuso la proliferación de este tipo de actos
entre los clubes deportivos de la ciudad, celebración que se sigue manteniendo en la actualidad.
Para foguear a los más jóvenes durante las largas excursiones que realizaba el Club, se estipuló la disputa del Premio de la
Montaña, en el que en la cima del puerto más importante de cada salida se establecía una clasifiación oficiosa para los más
rápidos en la ascensión (se puntuaba del 1º al 10º puesto con 10, 9, 8... puntos). Las posiciones eran apuntadas por los
miembros de la excursión más cicloturistas, que subían a su ritmo hasta la cima, mientras los más competitivos paraban en la
base del puerto hasta que sus compañeros llegaban al alto. En diciembre, en la cena anual del club, se netregaban los Diplomas
de este Premio de la Montaña.
También, dentro de cada excursión, se disputaba cada mes una carrera de 20 kilómetros denominada Brazal del Iberia porque
su ganador obtenía un brazalete de terciopelo bordado con el escudo del Club en sus colores amarillo y negro. El vencedor podía
lucir el brazalete durante todas las excursiones del mes y si lo ganaba durante tres veces consecutivas o cinco alternas,
recibía el Trofeo Brazal, una prestigiosa Copa.
A finales de 1935-comienzos de 1936 se crea el Equipo Femenino del Club Ciclista Iberia, con la participación de un grupo de
señoritas cuya deportividad y estilo llamaba la atención de los más consumados corredores.